—Josep Mª Jordán Galduf—
Publicat a La Veu de Llíria
Estos días se ha publicado un nuevo informe (el correspondiente a 2022) de la ONG Manos Unidas. Una entidad que lucha, junto a otras ONG, contra la pobreza, el hambre y la enfermedad en el mundo actual. Esta asociación católica viene actuando desde 1959 y, con el tiempo, creo que ha ido asumiendo unos planteamientos más adecuados, en conexión con las otras instancias que, desde otros referentes, pugnan también por los mismos objetivos; en última instancia, a favor de la dignidad humana. Las causas que producen muchos de los problemas sociales actuales se reconoce que tienen un carácter estructural, vinculadas al sistema económico dominante, siendo preciso hacer frente de algún modo a las mismas.
Desde el reconocimiento de esta realidad, se trata de participar en su posible transformación mediante la realización de proyectos que atiendan a las necesidades humanas en los países menos desarrollados y propicien la reducción de las desigualdades en las condiciones de vida de las personas. Estas desigualdades se han incrementado en los últimos años, al tiempo que hemos asistido a un deterioro del medio ambiente y a un aumento de la conflictividad y la violencia social y política en diferentes partes del planeta.
En el lado positivo, Naciones Unidas viene favoreciendo desde hace tiempo un programa de actuación de alcance mundial que se plasma, en la actualidad, en la llamada Agenda 2030, definida en torno a 17 grandes Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y en ese marco de acción trabaja también Manos Unidas, mediante proyectos diversos que abarcan siete sectores: 1) educación, 2) salud, 3) agua y saneamiento, 4) alimentación y medios de vida, 5) derechos de las mujeres y equidad, 6) derechos humanos y sociedad civil, 7) medio ambiente y cambio climático.
Como dice el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tuti, es hora de comprometerse todos juntos en la construcción de un mundo mejor donde nadie se quede en la cuneta, y trabajar unidos por la globalización de los derechos humanos más básicos. A la postre, es posible avanzar en una mayor igualdad de oportunidades y derechos en los diferentes países, accediendo a las condiciones de una vida digna de un modo más generalizado. Y ahí hemos de poner todo nuestro empeño, cada uno en lo que razonablemente pueda hacer.
Días atrás me produjo una gran alegría escuchar esta bonita canción mientras pasaba junto al patio de una de nuestras escuelas locales: Para la guerra nada, de Marta Gómez. Una canción que, entre otras cosas, señala que “somos muchos los que apostamos por la paz”, que “tenemos tanto para dar”, que “para la guerra nada, para la paz es todo”. Y, en efecto, ahí es donde debemos concentrar sin duda nuestra atención, uniendo todas nuestras manos: en la construcción de un mundo más justo y más humano. Desde nuestro entorno más cercano al contexto global.